martes, 17 de enero de 2017

La Trampa Retórica de la "Homofobia"


Digamos que me opongo al marxismo y a su "dictadura del proletariado" ¿soy enemigo de los pobres? ¿Se me puede reclamar mi barbaridad de sentir fobia por los pobres, que los odio y los discrimino? De ningún modo. Soy enemigo de la ideología que Karl Marx elaboró a partir de la condición de pobre. Y puedo ser, incluso, más amigo de los pobres que Marx.



Y si me opongo a la ideología Nazi, ¿soy enemigo de los blancos arios y se me puede gritar que soy blancófobo, que discrimino y odio a los blancos? De ninguna manera. Soy enemigo de la ideología que Adolf Hitler elaboró sobre la raza aria.

Si me opongo al vegetarianismo y rechazo que el Estado quiera imponerlo como dieta obligatoria y de servicio forzado en todos los restaurantes y convertirlo en la enseñanza oficial sobre alimentación en el sistema educativo nacional, ¿sería un vegetarianófobo que discrimino a los vegetarianos y que mis razonamientos de oposición a esa forma de alimentación son discursos de odio? No, me opondría a la ideología de nutrición que alguno, fascinado con la dieta vegetariana, vio como bien forzarla a toda la humanidad. Tampoco me opondría a que cualquiera coma la cantidad de vegetales que quiera por el tiempo que quiera.

Si yo condeno los intentos del lobby LGBT de obligar a toda la humanidad a tomar los postulados de la ideología de género -que es válida sólo para una parte de la totalidad de homosexuales- como bien universal que no admite rechazo racional, no significa que odie o discrimine a los homosexuales y que se me pueda acusar de padecer un trastorno mental de homofobia.

Nada, aparte de los contenidos más fundamentales de las ciencias, puede enseñarse como verdad irrefutable y de forma obligatoria en currícula escolares, mucho menos una ideología minoritaria controvertida que ni siguiera es compartida por todos los que pretende representar. No todos los homosexuales están de acuerdo en sexualizar a niños, o en que dos hombres homosexuales o dos lesbianas adopten a un huérfano y le roben su derecho a reponer lo que perdió: padre y madre, porque esta adulteración ideológica de la solución equivale a injertarle otra mano izquierda a un paciente que perdió la derecha.

Urge distinguir entre ideología -interpretaciones de las que puede haber incontables sobre un mismo hecho, y que son válidas sólo para quienes las aceptan- y los hechos mismos, discernibles sólo con métodos científicos, más allá de toda opinión.

Es intolerancia que algunos homosexuales acusen a los demás de ser sus enemigos o que los marxistas acusen a sus disidentes de ser enemigos de los pobres o de padecer alguna patología fóbica por la razón de oponerse a su ideología minoritaria. 

Lograr que se vea como patología la disidencia legítima es la máxima aspiración de toda ideología totalitaria. En la antigua Unión Soviética hasta se recluía en centros psiquiátricos a los disidentes. Este es el alarmante grado de avance actual de la ideología de género que no representa más que las ideas de un subconjunto de la totalidad de homosexuales. 

2 comentarios:

  1. Excelente forma de explicarlo. Concreto, escueto y completo.

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  2. Muy buen articulo, devela el peligro de la intolerancia lGTB y su totalitarismo.

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