viernes, 4 de agosto de 2017

¿En los períodos sensitivos se da hoy el mayor abuso infantil en la historia del mundo?

     Los seres humanos no nacemos completamente terminados con todos nuestros rasgos personales: hábitos, carácter, convicciones y valores que marcan nuestra individualidad.
     Una vez fuera de los vientres de nuestras madres se empieza a formar el componente cultural de nuestro ser como resultado de las interacciones con el ambiente. Por esta razón a la cultura se le llama también "segunda naturaleza", porque entra a ser parte estable constitutiva de lo que somos y nos identifica como únicos.
Muestra de material didáctico utilizado para promover
la ideología de género en escolares
     Cuando cumplimos doce años ya están casi terminados los rasgos más característicos de nuestra individualidad. Ya no la podemos cambiar por voluntad propia o de otros. Nuestra voluntad misma ya es manifestación de nuestro ser: es nosotros mismos. Y entrando en la adolescencia empezamos a experimentar con las capacidades en su fase final de fijación
     Esta etapa de construcción cultural se conoce en psicología como de períodos sensitivos. Lo "sensitivo" refiere a que las experiencias producen efectos permanentes e imborrables.
     Los períodos más sensitivos se dan en la edad preescolar. A los siete años ya estamos constituidos en más del 80 %. A los doce años ya lo estaremos en más de un 90 %. El 10 % restante se completa casi totalmente antes de los veinte años.
     Durante los períodos sensitivos las decisiones y conclusiones de un niño o joven son necesariamente hipotéticas, provisionales y adaptativas por mucho que él no lo quiera, porque su misma capacidad de conclusión y decisión está en proceso de formación. Hoy puede querer una cosa con total honestidad y convicción profunda, y mañana puede querer la cosa contraria con la misma honestidad y convicción profunda sin ser incongruente.
     El autoconocimiento total en esta etapa es, por definición, imposible, porque aquello que se debe conocer todavía está en proceso de formación.
     Durante los períodos sensitivos la generación anterior (la sociedad) le imprime su tradición -a su vez cargada de miles de años de historia- a la siguiente. Esta "tabula rasa" que es el alma de los niños es el terreno más sagrado pensable, porque al marcarla indeleblemente, el ser humano se vuelve coautor del ser humano. No se puede hablar suficiente de la máxima responsabilidad y respeto necesarios en vista de semejantes efectos perennes e irreversibles, especialmente por el grado de vulnerabilidad, inocencia y dependencia de las jóvenes personas que resultarán afectadas por el resto de sus vidas.

¿Los bloqueadores de pubertad, los tratamientos hormonales y las cirugías para cambiar la morfología genital son el mayor abuso infantil de la historia de la humanidad?


     La doctora Michelle Cretella, Presidenta del American College of Pediatricians, escribe en un artículo que según su experiencia clínica, del 75% al 95 % de los niños que muestran tensión temprana entre lo que sienten y su sexo biológico, la superan ya entrados en la adolescencia.
     El célebre psiquiatra Paul McHugh explica la imposibilidad científica práctica de diagnosticar una condición transgénero sólo por lo que la persona dice o piensa, mucho menos si es un niño impresionable.
     Pese a esta complejidad científica y  clínica, en el Reino Unido se ha visto un incremento asombroso de casos en jóvenes y niños desde el año 2009. según una publicación reciente de la BBC. Algo parecido se da en otros países europeos y Estados Unidos.

Aumento de reportes de casos transgénero en Reino Unido




     La volatilidad de la sensación transgénero según explica la Doctora Cretella, así como la dificultad de diagnosticarla en ausencia de evidencia médica observable, obliga a concluir que muchos -puede ser hasta la mayoría- de estos casos son diagnósticos falsos, por lo tanto a estos niños y jóvenes se les ha provocado o se les está provocando un daño irreparable que los marcará por el resto de sus vidas. Los bloqueadores de pubertad causan esterilidad.
     Estos tratamientos son una victoria para la ideología de género de la agenda LGBT, pero las consecuencias a largo plazo para muchos de estos niños serán trágicas e irreparables.
     Los tratamientos transgénero con químicos potentes y cirugía a niños y jóvenes, cuya capacidad de juzgar y concluir todavía está proceso, pueden dar cuenta, quizá, del mayor abuso infantil en la historia de la humanidad.


jueves, 3 de agosto de 2017

La sodomía causa enfermedades y muerte.

     El ano es un órgano excretor de heces fecales. El pene es un órgano reproductor. No hay ningún indicio observable en la fisiología del recto y del pene que indique una previsión de la naturaleza para una actividad de penetración del pene en el ano, sino todo lo contrario.
     El recto es significativamente diferente de la vagina con respecto a la idoneidad para la penetración de un pene.
     La vagina produce lubricantes naturales y cuenta con una red de músculos. Se compone de una membrana mucosa con una multi-capa de epitelio escamoso estratificado que le permite soportar la fricción sin daño y para resistir las acciones inmunológicas provocadas por el semen y los espermatozoides.
     En comparación, el ano es un delicado mecanismo de músculos pequeños diseñados para  un conducto de "sólo salida".  Bajo la acción de trauma repetido, fricción y estiramiento, el esfínter pierde su tono y su capacidad para mantener un sello hermético. En consecuencia, el coito anal conduce a una fuga de material fecal que puede fácilmente convertirse en crónica.
     El potencial de lesión se agrava por el hecho de que el intestino tiene sólo una única capa de células que separa de un tejido altamente vascular, es decir, presencia de sangre. Por lo tanto,  cualquier organismo introducido en el recto cuenta aquí con más posibilidad de causar una infección que en una vagina.
     El tejido de capa única no puede resistir la fricción asociada con la penetración del pene dando lugar a traumas que exponen a ambos participantes a contacto directo de sangre, organismos en las heces, y a una mezcla de fluidos corporales.
     Además, la eyaculación contiene componentes que son inmunosupresores. En la fisiología reproductiva normal esto permite que el espermatozoide pueda evadir las defensas inmunológicas de la hembra. Experimentos de inseminación rectal en conejos han demostrado que los espermatozoides atrofian  las defensas inmunológicas  del recipiente. El semen puede tener un impacto similar en los seres humanos.
     El resultado final es que la fragilidad del ano y el recto  junto con el efecto inmunosupresor de la eyaculación, vuelven al coito anal-genital una manera altamente eficiente de transmitir el VIH y otras infecciones.
     La lista de enfermedades encontradas  con extraordinaria frecuencia entre los homosexuales activos como resultado de la penetración anal es alarmante.
     Los resultados de esta actividad que la naturaleza no puede acomodar se hacen notar en las estadísticas publicadas por el Gobierno de Estados Unidos en el sitio HIV.gob. Algunas son las siguientes.
  • Los hombres gay y bisexuales fueron la población más afectada por HIV en el 2015
  • A pesar de que no pasan del 3% de la población, sus casos de infección fueron del 82% entre los hombres y 67% del total de casos.  
  • Por edades, el 37% de los infectados estaba ente 20 y 29 años
  • El 4% fueron de niños entre 13 y 19 años
  • En los jóvenes de entre 13 y 24 años de edad estuvo el mayor grupo que no sabía que portaba el virus, 51% 
     No se trata de opinión cuando los datos confirman los daños por esta actividad.

     ONUSIDA debe lanzar una campaña para alertar a la población mundial de los peligros de la penetración anal para promover su disminución (como se ha hecho con el tabaco) o reducir las relaciones promiscuas. Un estudio publicado por el National Center for Biotechnology Information  del gobierno de EE UU revela que el 83% de los hombres homosexuales encuestados estimaron que tuvieron sexo con 50 parejas diferentes en su vida; 43% estimaron que tuvieron sexo con 500 o más parejas; y 28% con 1,000 o más (Bell and Weinberg p 308)

Las cifras hablan por sí solas para confirmar los datos de la naturaleza.