domingo, 18 de diciembre de 2016

La Ideología de Género es Marxismo Cultural

La ideología de género implanta la visión de igualdad que Friedrich Engels expone en su libro "El Origen de la Familia"
Por: Alejandro Berganza
Con información del artículo "Reingeniería Social. Ideología de género versus conciencia social" del historiador argentino Federico Gastón Addisi
Friedrich Engels y Karl Marx
Para el materialismo histórico los individuos son infinitamente maleables por los condicionamientos sociales. No puede ni debe haber diferencias individuales. El individuo es ficción caprichosa o trastorno temporal. Quitar todo impedimento para que aflore la igualdad absoluta debe ser el fin supremo de la humanidad. La materia es continuo indiscernible distribuida en aparentes porciones discretas: animales, plantas piedras. La formidable dificultad de la diferencia biológica entre hombre y mujer se resuelve al subordinar la antropología a la historia, lo biológico a lo social. Todo momento presente es quimérico hasta llegar a la igualdad absoluta final.
Dice Engels, "el primer antagonismo de clases de la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer unidos en matrimonio monógamo, y la primera opresión de una clase por otra, con la del sexo femenino por el masculino". La familia patriarcal se da porque hay propiedad privada. Para el feminismo radical las mujeres son a la familia lo que el proletariado es a la economía: clases explotadas. La liberación de la mujer requiere deconstruir la familia para que la mujer pueda entrar al mundo del trabajo, ocupar su lugar en la producción, y librarse tanto del yugo marital como de la imposición de la maternidad.
Mientras el marxismo clásico machista se propuso atacar la desigualdad económica creada por la burguesía en la historia por medio de la propiedad privada, el feminismo neomarxista se enfila contra la desigualdad biológica y psicológica entre hombre y mujer sustentada en la naturaleza misma. La familia burguesa es culpable de que los nuevos seres humanos se eduquen en la aceptación de diferencias dadas por la naturaleza; mientras no desaparezca la familia tradicional la igualdad económica es inalcanzable.
El fin de los llamados "derechos sexuales y reproductivos" es facilitar a la mujer una actividad sexual igual que la de los hombres. El embarazo, que sólo se da en la mujer, obstaculiza su derecho a la igualdad. Al Estado le corresponde corregir esta deficiencia natural mediante aborto gratuito si fallan los anticonceptivos gratuitos. El derecho a la igualdad de la mujer se vuelve superior al derecho a no ser matado del ser humano no nacido.
Shulamith Firestone, prominente figura del feminismo radical en Canadá, afirma la necesidad de destruir la diferencia de sexos según el enfoque engeliano marxista: "... Asegurar la eliminación de las clases sexuales requiere que la clase subyugada (las mujeres) se rebele y tome el control de la reproducción; se restaure a la mujer la propiedad sobre sus propios cuerpos, como también el control femenino de la fertilidad humana. La meta definitiva de la revolución feminista debe ser acabar con el privilegio masculino y con la distinción de sexos".
Una vez implantada la nueva cultura, la familia heterosexual y monógama es sólo un caso más de práctica sexual junto a la homosexualidad, el lesbianismo, la bisexualidad, el travestismo, unión matrimonial entre tres o más personas, y hasta las uniones pedofílicas para las cuales ya están en actividad vigorosos lobbies. La familia tradicional ya estará destruida y se habrá vencido el último obstáculo puesto por la naturaleza contra la igualdad.
La familia es el último y definitivo campo de la lucha de clases marxista porque está sustentada en la naturaleza. Desde puestos de influencia en las dependencias de derechos humanos de la ONU el lobby LGBT ha logrado -después de décadas de labor de penetración y cooptación de instituciones- control de canales directos hacia todos los países; cruza de modo expedito y sin trámite las soberanías nacionales. Sin contar con ningún mandato democrático oficiales de UNESCO, UNFPA, OMS o UNICEF pueden sentarse con cualquier ministro de educación o de salud de cualquier país del mundo -sin conocimiento ni discusión pública o parlamentaria- a redactar manuales de educación de aborto y otras prácticas LGBT obligatorios para todo el sistema educativo.

El subterfugio para esta imposición ha sido manipular instituciones internacionales -sin mandato democrático- para que adopten en sus textos como derecho los preceptos de esta ideología sectaria. Con masivas campañas fraudulentas de victimización hacen creer que deben cumplir con su misión de proteger los derechos de seres humanos discriminados.

La ideología de género es la última gran ideología totalitaria después del nazismo y el comunismo que ahora se encuentra en pleno avance para conquistar su objetivo final: la familia, raíz de las diferencias (padre-madre, hombre-mujer, amor-amado, niño-adulto). Logrado éste, se habrá llegado a la igualdad total, será el triunfo definitivo sobre la naturaleza que, vía las comunidades familiares, da los más profundos pretextos a la burguesía para crear diferencias, clases y relaciones de explotación. Estará despejado el camino para una sola gran clase totalmente homogénea, sin ninguna distinción individual. El triunfo definitivo del materialismo y de la sociedad sin clases.